sábado, noviembre 20

El tercer ojo.

Muchos son los tabús que hay en nuestra sociedad acerca de un tema tan controvertido como el de nuestro tercer ojo. Sí, puede parecer de mal gusto, pero la verdad es que no damos la suficiente importancia a las innumerables funciones que este "ojo" desempeña.
Pongámonos a pensar sólo un momento en nuestro tercer ojo: es cierto que el pobre no recibe en muchas ocasiones los cuidados y atenciones que se merece ya que nos dedicamos a insultarlo permanentemente con dichos como; "vete a tomar por...", o le obligamos a soportar dietas pobres en fibra haciéndole el trabajo quizás un tanto más "duro". No nos debería sorprender que este ser, situado entre esas dos montañas carnosas, se tome este tipo de insultos irritándose y enfadándose, lo que comúnmente conocemos como "hemorroides", palabra sin duda horrible para designar algo que no deja de ser el reflejo del cabreo que este tercer ojo tiene en ocasiones, y que haciendo un simple paralelismo podríamos decir que son más que una conjuntivitis del tercer ojo.
Sin duda siempre ha habido culturas más repetuosas con este tipo de cosas insignificantes, como por ejemplo la cultura japonesa, que no ha dudado ni un momento en dedicarle el más noble de los reconocimientos, su bandera.
Amigos, cuidemos el tercer ojo como los otros dos, comprendo que no es tan fácil, para empezar porque es más difícil que mirándonos al espejo seamos capaces de ver nuestro "tercer ojo". Por qué tantos cuidados a los dos ojos aventajados, los que miran arriba y abajo, lejos y cerca, etc... premiándolos constantemente con cremitas, colirios, adornándolos con maquillaje... y luego para el "patito feo", aquel que realiza el trabajo más duro, el que tiene que soportar en ocasiones humillaciones que todos conocemos y que no hace falta citar... para ese tercer ojo, llegamos al super y...¡hala! a comprar el papel higiénico de oferta, cuya calidad deja mucho que desear.
La verdad es que si pensásemos en esas pequeñas cosas y en esos rinconcitos abandonados de nuestra anatomía creo que seríamos justos y viviríamos mejor.
Desde aquí, y con esta reflexión espero que, a partir de ahora, no escatiméis en gastos a la hora de comprar papel suave y de doble hoja y que os acordéis de ese humilde negrero comiendo un poco más de fibra.

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