sábado, abril 23

¿El nuevo papa fue nazi?

"Publicado en el diario digital el proceso de Méjico"


San Francisco, Cal., 25 de abril (apro).- La interrogante sobre el antecedente juvenil nazi del nuevo papa Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, ha abierto un debate a nivel internacional que algunos medios de comunicación intentan silenciar sin éxito.

El pasado del panzer-Papa --como ya se le conoce-- es bastante cuestionable; primero porque existe un lado oscuro sin dilucidar sobre su participación en las juventudes hitlerianas. Tenía 14 años cuando viviendo en Traunstein, cerca de la casa de campo que tenía el fürher en Berchtesgaden, Ratzinger colaboró con el régimen nazi.

¿Quiere decir que el Papa simpatizaba con el nazismo? Por ahora no sabemos en que consistió su paso por el organigrama hitleriano, más bien en este momento es un “pasado secreto” como le llama la prensa internacional; pero de antemano podemos recomponer su historia de pubertad.

Después de unos años de servicio en las juventudes hitlerianas de los cuales tenemos pocos o nulos detalles de su trabajo allí (aunque nos lo podemos imaginar), el panzer-Papa consiguió que le declararán exento por sus estudios en el seminario en 1941, pero dos años después llega un nuevo interrogante en su biografía, porque fue reclutado por una unidad antiaérea que protegía una fábrica de motores de aviones de BMW.

El celoso guardián de la ortodoxia católica ejercía su trabajo frente a los miles de esclavos del campo de concentración de Dacha. Por supuesto, Ratzinger ha dicho que él nunca disparó “un solo tiro a nadie”, porque asegura que su arma no estaba cargada y que además padecía una grave “infección en un dedo”. La pregunta que surge aquí es: ¿entonces por qué utilizaba una pistola sin balas frente a los famélicos judíos que sufrían los embates del holocausto?

El panzer-Papa estuvo en este puesto tres años y fue enviado posteriormente a Hungría, donde trabajó en la colocación de trampas antitanques, mientras veía cómo se conducía a los judíos a los barracones de exterminio; hasta que en 1944 desertó.

¿Testigo o colaborador? Ambas cosas. Ratzinger permaneció impávido ante el sufrimiento de 6 millones de judíos asesinados por el führer; no desde una posición externa, sino más bien como parte del engranaje del plan diabólico de Hitler. Hasta ahora no hay documentos que demuestren que Benedicto XVI matara a alguien, pero existen los datos y testigos que exponen el dudoso y oscuro pasado del nuevo líder de los católicos.

En los últimos 25 años, algunos le han cuestionado su pasado nazi, pero Ratzinger argumenta que aunque estaba en contra del régimen nazi, era muy difícil resistirse a participar, porque resultaba inútil: “Resistir era verdaderamente imposible”, señala su hermano también sacerdote Gerog Ratzinger.

Pero los coetáneos de los Ratzinger no están de acuerdo, como Elizabeth Lohner de 84 años, una mujer que fue testigo de cómo su cuñado fue enviado a Dacha por negarse a participar en las juventudes hitlerianas: “Era posible resistir, y quienes lo hacían eran un modelo para los demás”.

Los casos de personas que se negaron a participar abundan y realmente la excusa del actual Papa es penosa y lamentable, porque otros prefirieron suicidarse antes que pertenecer a las juventudes hitlerianas como el vecino de Traunstein, Hans Braxenthaler, quien se negó a formar parte del plan de exterminio y cuando las tropas de las SS llegaron a arrestarlo, prefirió dispararse un tiro, según cuentan los antiguos vecinos de Ratzinger.

La elección del nuevo pontífice llega envuelta en polémica: “Humo blanco, pasado negro”, tituló el periódico israelí “Yediot Aharonot”. Los diarios ingleses fueron más explícitos: “De las juventudes hitlerianas al Vaticano”, encabezó el prestigioso periódico británico The Guardian, mientras el London Sunday Times fue al grano: “El Papa elegido es un exmiembro de las juventudes hitlerianas”.

De inmediato han surgido voces “ciegas por la fe” que justifican el paso de Ratzinger por las juventudes hitlerianas, pretextando que fue “el espíritu santo” el que lo eligió, y por tanto señalando que esta “divina figura” no puede equivocarse: “Nunca mostró entusiasmo por el nazismo”, se ha limitado a decir el biógrafo de Ratzinger, el estadunidense John Allen, autor de un libro emblemático sobre el panzer-Papa.

Pero bajo una perspectiva más terrenal hay que analizar los pormenores de esa elección, que después de la algarabía del “rebaño” han resultado ser no tan secretos como prometieron los cardenales electores del cónclave. Las primeras filtraciones de los indiscretos se han recogido por la prensa italiana.

El diario La Stampa publicó el documento secreto que promocionó a Ratzinger al “trono de Pedro”.

El misterioso texto que aborda los “desmanes” de los sacerdotes en el mundo, círculo antes del cónclave causado una verdadera ola de “pavor” entre los electores que por miedo decidieron votar a Ratzinger: “Me llevé la mano al corazón porque tuve miedo de que me diera un ataque después de leerlo”, dijo un cardenal al diario italiano.

Esa fue el arma secreta de Ratzinger: un estudio que él mismo preparó sobre la situación alarmante al interior de la Iglesia, que ofrecía el retrato de la actual crisis interna de la “madre institución” que detalla las violaciones de las reglas del celibato de los presbíteros, los problemas legales con la administración de fondos económicos, el mal uso de los donativos de los fieles y la falta de respeto en el secreto de confesión.

De hecho, Ratzinger, apoyado por el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, iniciaron una dura campaña electoral desde el mismo día que murió Juan Pablo II ayudado por sus “escuderos”, el presidente de la Conferencia Episcopal italiana, Camillo Ruini, el austriaco Christoph Schoenborn o el italiano Angelo Scola, quienes al lado del opusdeísta Joaquín Navarro Vals organizaron grupos de apoyo de los siervos de ambos grupos talibanes de la Iglesia católica.

En apenas unos días el equipo propagandístico de Ratzinger creó varios sitios de Internet proclamando las bondades del ahora panzer-Papa, donde se recogían firmas para apoyar su candidatura al papado, algo inédito y presuntamente prohibido según las leyes del derecho canónico que marcan la elección papal.

Las irregularidades de la elección fueron denunciadas desde el 11 de abril por el prominente teólogo Hans Küng, quien declaró que el cardenal Ratzinger estaba manipulando el cónclave con una campaña para canonizar a Juan Pablo II, pero que escondía realmente la presión sobre los cardenales a la hora de nombrar sucesor, ya que exigía la línea conservadora y el continuismo.

Los secretos de la elección empiezan a salir y los vaticanistas, Alan Cooperman y Daniel Williams, señalan que en la elección del pánzer-Papa jugaron un importante papel tres cardenales que hicieron campaña entre los electores: Julián Herranz, prefecto para la Interpretación de los Textos Legislativos y miembro del Opus Dei; Darío Castrillón Hoyos y Alfonso López Trujillo, ambos identificados con los llamados “talibanes” de la Iglesia católica.

En realidad es ahora cuando empieza la hora de la verdad sobre el cónclave elector. Los 115 cardenales que participaron juraron guardar secreto sobre los detalles de las votaciones bajo la amenaza de excomunión, pero apenas tres días después de la elección las filtraciones señalan que Benedicto XVI obtuvo entre 95 y 107 votos, más de los 77 necesarios, y que casi consiguió “carro completo”, como en los tiempos del PRI.

El vaticanista Morco Tosatti, explica en un artículo publicado en La Stampa que Ratzinger obtuvo 95 votos: “Reconstruir cómo se produjo la votación es difícil, porque las informaciones son imprecisas”.

El vaticanista Orazio Petrosellio explica en Il Messagero que Ratzinger recibió el apoyo de 107 cardenales, con lo cual habría obtenido el récord de consenso que hasta ahora tenía Wojtila que consiguió 99 votos de los 111 que en ese entonces había.

Pero lo más interesante, es que Petrosellio, señala según sus fuentes, que en la primera votación fue el cardenal Carlo Maria Martín quien obtuvo 40 votos frente a 38 que sacó Ratzinger: “El resto estaban muy dispersos”, y que Tettamanzi casi se impone en las primeras votaciones. Como se recordará se votó una vez el lunes 18, dos el martes 19 por la mañana y en la tercera votación del mismo martes por la tarde Ratzinger arrasó.

¿Es esta una señal de auténtica democracia o es una democracia dirigida lo que realmente funciona en el Vaticano? Los elementos informativos hasta el momento demuestran que Ratzinger era el vice-papa que durante los últimos cinco años funcionó como pánzer-Papa en la sombra, tras las enfermedades de Wojtyla.

Los cardenales, empujados por el miedo prefirieron el continuismo, el “wojtylismo sin Wojtyla”. Ratzinger tendrá que abrir cinco puertas que componen el tejido eclesial de la Iglesia del siglo XXI: la ordenación sacerdotal de mujeres, la democracia interna de la Iglesia, la unidad de las iglesias y de los fieles divididos más que nunca entre progresistas y conservadores, la modernidad ante los retos de la ciencia, la sexualidad humana y la moral católica y por último el ecumenismo.

Estas puertas pueden seguir cerradas, como se ha encargado Ratzinger de mantenerlas bajo su ortodoxia de acero, pero ahora Benedicto XVI tiene la oportunidad de parar el éxodo de católicos y la división de la Iglesia. Como dice Küng, démosle cien días para ver los primeros resultados.

1 comentario:

Viascon dijo...

Jeje interesante saber como la "mano negra" del Opus Dei siempre anda metida en todos los fregados, pon un talibán en tu vida, jeje