El caso es que en uno de sus trabajillos, en pleno tiroteo, a la cantante ciega del bar se le da por darse un paseíllo por el campo de batalla. Este acto sólo se puede explicar con que a ella le gustaron mucho las tracas de Valencia, razón, que cualquier verdadero fan comprendería, lleva a la amante de los petardos a meterse en pleno berenjenal. Como ella es muy guapa y a Mickie le va el rollo de socorrer a seres indefensos, además de sentirse algo culpable tras haberle pegado un pipetazo en toda la cara, decide ayudarla vendándole amablemente la cara con una bufanda.
Como todo héroe, Mickie también tiene su archienemigo. En este caso se trata de Dumbo, un policía obsesionado con detener al bueno de Mickie. Dumbo es un poli muy legal que en los ratos libres se dedica a perseguir traficantes de armas.
Tras un accidentado tiroteo en un tranvía, el jefe de Dumbo le echa una bronca de excándalo, pero aún así este le otorga a Dumbo la misión de proteger a un funcionario en las fiestas del Dragón. Este funcionario "trabaja" en la cafetería, por lo que un grupo de ciudadanos decide montarse una cooperativa. Con el dinerillo juntado contratan al gran Mickie para que se liquide al funcionario.
Dumbo y Mickie estarán dándose de caña buena parte de la película. Digamos, de un modo elegante, que la película transcurre lentamente, salpicada de bella violencia, hacia un imposible final lleno de acción como nunca se ha visto en una película de videoclub.
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